Hoy contamos un relato inspirado en el precioso municipio de Telde.
Una
joven brisa con las olas jugaba, siguiendo las corrientes junto a las
brisas marinas surcaba.
Llegaron
a una isla y acariciaron su costa, prosiguieron su camino, menos la
joven brisa que allí se quedaba.
Atraída
por el lugar y la brillante arena negra de La Garita, se asustó
cuando un rugido escuchó.
Investigando
con cautela el origen del sonido un bufadero encontró, donde jugaban
unas sirenas a las que se acercó.
Preguntas
sobre el lugar traía y las nereidas le hablaron de una playa
custodiada por un guardián que las protegía.
A
Melenara fue la brisa a visitar al Neptuno Guardián y continuó su
camino, esta vez a la ciudad.
Llegó
a un lugar hermoso llamado San Juan y en una gran plaza, halló a
otro guardián.
Con
la Basílica quedó admirada, cuando de pronto oyó un murmullo que
de una calle se escuchaba.
En
San Francisco se adentró entonces y la magia se respiraba, en cada
esquina una leyenda sobre las brujas que allí la magia practicaban.
Por
sus laberínticas calles llegó a una ermita, junto a una plaza y una
fuente de agua cristalina.
Encontró
un mirador desde donde un puente de siete ojos vio y muchos barrios
que la brisa visitó.
Tras
descubrir muchos rincones de aquel lugar fantástico, la brisa una
decisión tomó: se quedaría allí para siempre pues de aquel
hermoso lugar llamado TELDE, ella se enamoró.
Autora: Pamela Santiago Romero
Autora: Pamela Santiago Romero
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